lunes, 24 de junio de 2013

Reino urgente en un mundo de urgencias / Décimotercero Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C – Lc 9, 51-62 / 30.06.13

Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén. Envió, pues, mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: “Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?”. Pero, volviéndose, les reprendió; y se fueron a otro pueblo.Mientras iban caminando, uno le dijo: “Te seguiré adondequiera que vayas”. Jesús le dijo: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. A otro dijo: “Sígueme”. Él respondió: “Déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Le respondió: “Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios”. También otro le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa”. Le dijo Jesús: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios”.

Dos partes para el comentario de este domingo. La primera es un fragmento del libro que terminé recientemente sobre el Reino de Dios en los Evangelios. La segunda parte es un intento de hermenéutica sobre esta urgencia del Reino que nos obliga a no ser momentáneos, sino persistentes.

El Reino urgente
Una seguidilla de tres episodios breves de vocación, o quizás no de estricta vocación, están en Lc 9, 57-62. No podemos catalogar a los relatos de vocación, así sin más, ya que combinan elementos de narraciones clásicas vocacionales con otros elementos. A uno de los tres lo llama Jesús, pero los otros dos se quieren sumar por su cuenta al movimiento que se está generando en torno a Jesús. Además, sólo el que es llamado recibe la misión de anunciar el Reino; en los otros dos casos no queda claro si hay una aceptación por parte del Maestro. De todas maneras, más allá de poder o no poner el rótulo de relatos vocacionales, sí es evidente que hay dos temas clave: el discipulado y el Reino de Dios. Combinando ambas claves hermenéuticas arribamos al tópico de la urgencia del Reino. El Reino que predica y practica Jesús es un Reino urgente, inmediato, que necesita acciones efectivas y radicales ahora mismo. Esta urgencia no da lugar a vocaciones momentáneas, entusiastas y pasajeras. No es tiempo para el seguimiento tibio, a medias y esporádico. No es tiempo para hipócritas ni para exitistas. La urgencia del Reino impele a tomar decisiones, a dejarlo todo, a ponerse en camino. La urgencia relativiza los tiempos humanos o los tiempos a los que estamos acostumbrados. La vivencia del Reino que tiene Jesús no da lugar a que otras cosas se antepongan.
Desde esa urgencia se entiende que el Hijo del Hombre no tenga dónde reclinar la cabeza (cf. Lc 9, 58), que viva en los caminos, andando, sin reposo. Cualquier discípulo del Reino debería entender que le espera una vida así, sin cuevas y sin nidos, o sea, sin hogar fijo, sin espacio para acomodarse ni establecerse. Le espera la itinerancia propia de la urgencia.

martes, 18 de junio de 2013

Cruz de carga / Décimosegundo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C – Lc 9, 18-24 / 23.06.13

Estando una vez orando a solas, en compañía de los discípulos, les preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. Ellos respondieron: “Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que un profeta de los antiguos ha resucitado”. Les dijo: “Y ustedes, ¿quién decís que soy yo?”. Pedro le contestó: “El Cristo de Dios”. Pero les mandó enérgicamente que no dijeran esto a nadie.Dijo: “El Hijo del Hombre debe sufrir mucho y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día”. Decía a todos: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará”.

Pistas de exégesis (qué dice el texto)
Lo que hace Lucas es un artificio literario, una arquitectura en sándwich que comienza con las suposiciones populares sobre la identidad de Jesús, disparadas por la curiosidad de Herodes (cf. Lc 9, 7-9), luego la multiplicación de los panes (cf. Lc 9, 10-17), y para cerrar el esquema, el texto de hoy, donde se dilucida con mayor precisión quién es Jesús. En definitiva, podemos rescatar que la multiplicación de los panes, para la tradición lucana, es la clave hermenéutica de la identidad jesuánica, pero que si se la malinterpreta, se altera la percepción sobre Jesús (como le sucede a Pedro en la perícopa de hoy).

sábado, 15 de junio de 2013

Evangelizadores porfiados (Editorial San Pablo) / Nuevo libro, viejo libro

Hace menos de un mes editamos, con Editorial San Pablo de Argentina, un nuevo libro. Nuevo en el sentido de su publicación, viejo en el sentido manuscrito, porque fue un texto que terminé hace 2 ó 3 años aproximadamente. Sin embargo, al re-leerlo puedo descubrir que están allí, en germen, muchísimas ideas que hoy tengo más desarrolladas, y en esencia, los puntos básicos de lo que podríamos decir: mi eclesiología y mi misionología.

Es un libro sobre la evangelización, pero específicamente sobre la evangelización porfiada, la que se hace a contracorriente, como lo hizo Jesús. Fue escrito guiado por el Evangelio según Marcos, y pretende plantear una forma de comunicar la Buena Noticia que no se acomode, que no negocie, que no se calle. El Evangelio según Marcos culmina con el Hijo de Dios crucificado y una tumba vacía, nada más. La evangelización porfiada va en esa línea: en el horizonte se presenta una oposición, una tribulación, una resistencia que, a veces, se hace martirio.

Tiene 200 páginas y, hoy por hoy, en Argentina, está costando 48 pesos. Dejo la tapa y el índice, para tentar con la lectura. Buen domingo de fariseos y mujeres que irrumpen en la vida de la Iglesia.




Índice:
Para empezar
Creer que el Cristo se llenó los pies de mugre
Dejemos de hablar de nosotros
Ir al desierto es idea del Espíritu Santo
Un Reino donde no se pagan impuestos
Muchas leyes en un solo día
Cuando la casa queda chica
Contaminarse de pureza
Ir a la otra orilla da miedo
Mujeres que agonizan
Los bastardos duermen afuera
Predicar, sanar y exorcizar son cosas de todos los días
Sobre las maneras de comer
Sobre las maneras de lavarse
Los sentidos tapados no hacen la comunión
El Jesús mesiánico y el Pedro diabólico
Los diáconos deben ser niños
Algunos tiran su vida al basurero
El sacramento exige, por lo menos, dos
Con los mandamientos no alcanza
A la derecha y a la izquierda
Los ojos cegados no ven la cruz
A los reyes no les queda bien el escándalo
Los centrados son los que aman
Las monedas no valen su valor
El humano más humano
Las liberaciones hacen correr sangre
A Dios le gusta fracasar
A nadie le gusta viajar a Galilea
Los milagros no pasaron de moda

Para volver a empezar

martes, 11 de junio de 2013

Jesús mujeriego (Discípulos de este Siglo – Editorial Claretiana) / Décimoprimer Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C – Lc 7, 36 – 8, 3 / 16.06.13

36 Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entró en la casa y se sentó a la mesa. 37 Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. 38 Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume. 39 Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!”. 40 Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. “Di, Maestro!”, respondió él.41 “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. 42 Como no tenían con qué pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?”. 43 Simón contestó: “Pienso que aquel a quien perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”.44 Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los bañó con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. 45 Tú no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. 46 Tú no ungiste mi cabeza; ella derramó perfume sobre mis pies. 47 Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados porque ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor”.48 Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. 49 Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?”. 50 Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”.1 Después, Jesús recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce 2 y también algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y enfermedades: María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; 3 Juana, esposa de Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.

Este domingo ofrezco parte de un capítulo del libro Discípulos de este Siglo que editamos con Editorial Claretiana de Argentina el año pasado. Justamente, en un libro que trata sobre el aspecto evangelizador de las parábolas de Jesús, parecía inevitable abordar esta parábola de los dos deudores que tiene un contexto particular: un fariseo, una comida y una mujer pecadora pública. Demasiados condimentos en pocos versículos.

El texto de Lucas asume que en su época la mujer también es vista como mala por naturaleza. Que el autor las agrupe como aquellas que habían sido curadas de espíritus malignos, es la referencia a la concepción antigua de que la mujer es la endemoniada desde el principio de los tiempos. El paradigma es Eva, la seducida por la serpiente (cf. Gn 3, 1-5) y la que hace caer a Adán (cf. Gn 3, 6). Frente a esta degradación a priori de la mujer, Jesús es quien expulsa los demonios, quien libera a la mujer de su situación indigna. Por eso entre sus discípulos, a la par de los Doce (varones) está el grupo femenino. Entre ellas, las más relevantes para el resumen lucano son María Magdalena, Juana y Susana. La primera tenía siete demonios, que en clave simbólico-numérica son todos los demonios, porque el siete representa la totalidad. La que estaba plenamente perdida, ahora es discípula plena. Ya no está poseída por otra cosa que el amor y el seguimiento. La segunda, Juana, se dice que era la mujer de un administrador de Herodes. De más está decir la situación conflictiva que representa considerando la enemistad entre Herodes y Jesús (cf. Lc 13, 31-32). La última, Susana, no tiene especificidad, pero parece encontrarse en el grupo de mujeres que sirven con sus bienes, habiendo entendido que el Reino de Dios es vender lo que se tiene y repartirlo entre los pobres (cf. Lc 18, 22). Son mujeres dignificadas y transformadas en su encuentro con Jesús; un varón que las trata de manera diferente.

lunes, 10 de junio de 2013

Betania: casa de hermanos / Jn 12, 1-11 / Hijas de María Auxiliadora

Representantes de las comunidades Hijas de María Auxiliadora se han reunido en Córdoba este fin de semana. Están reflexionando camino al Capítulo General de la Orden que tendrá lugar el año que viene. Han elegido para reflexionar, como centro bíblico, el relato de Jn 12, 1-11, esa comida entre los hermanos Lázaro, Marta y María, junto a Jesús y sus discípulos.
Me han pedido que les acerque alguna reflexión exegética al respecto, para su encuentro y para su camino. Ha quedado un texto básico tipo comentario versículo por versículo. Pero ese texto no es lo importante, sino la posibilidad que se plantea esta congregación de ser casa de hermanos abierta a los jóvenes, según el espíritu salesiano. Su deseo es un deseo para toda la Iglesia: ser casa, ser hermanos, abrir la puerta a los jóvenes.
Dejo parte del comentario que les ofrecí, sólo algún fragmento, pues lo importante está en rezar y trabajar por la concreción de esta casa abierta.

martes, 4 de junio de 2013

Pedro, Pablo y la posibilidad de hacer Iglesia / Décimo Domingo del Tiempo Ordinario – Ciclo C – Gal 1, 11-19 / 08.06.13

11 Quiero que sepan, hermanos, que la Buena Noticia que les prediqué no es cosa de los hombres, porque 12 yo no la recibí ni aprendí de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo.13 Seguramente ustedes oyeron hablar de mi conducta anterior en el Judaísmo: cómo perseguía con furor a la Iglesia de Dios y la arrasaba, 14 y cómo aventajaba en el Judaísmo a muchos compatriotas de mi edad, en mi exceso de celo por las tradiciones paternas. 15 Pero cuando Dios, que me eligió desde el seno de mi madre y me llamó por medio de su gracia, se complació 16 en revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos, de inmediato, sin consultar a ningún hombre 17 y sin subir a Jerusalén para ver a los que eran Apóstoles antes que yo, me fui a Arabia y después regresé a Damasco.18 Tres años más tarde, fui desde allí a Jerusalén para visitar a Pedro, y estuve con él quince días. 19 No vi a ningún otro Apóstol, sino solamente a Santiago, el hermano del Señor.

La segunda lectura de este domingo es de la Carta a los Gálatas. Por los biblistas, esta carta es considerada original de Pablo, o sea, perteneciente a su pensamiento y no a su escuela de discípulos. Esto ya es mucho decir. Se trataría de una carta circular, no enviada a una sola comunidad, sino a las varias pequeñas comunidades cristianas de la región de Galacia. ¿Cuál es el motivo de fondo? Parecen ser dos: la defensa de Pablo mismo y la defensa de un Evangelio no judaizante. En la profundidad, ambos motivos se relacionan: dice Pablo que predica un Evangelio revelado personalmente por Jesucristo, y que ese Evangelio es superior a la Ley judía. En cierto sentido, Pablo afirma que el Evangelio a él revelado es superior a la Iglesia de Jerusalén también, representada por Pedro y Santiago. El problema está, justamente, en que el planteo convierte a Pablo en lo que hoy despreciaríamos desde nuestro parangón clásico eclesial: Pablo es un francotirador, un hombre que se auto-eleva a la situación de apóstol, y que rechaza el reconocimiento oficial eclesial (Jerusalén, Pedro, Santiago).