Esta cuaresma tuvo dos hechos significativos que me hicieron pensar mucho y
me hicieron releer bastante la historia de Jesús que cuentan los Evangelios.
Uno de los hechos fue la renuncia de Benedicto XVI al pontificado (con la
posterior elección de Bergoglio/Francisco). El otro fue la muerte de Hugo
Chávez. Pero más allá de los hechos, lo que más me hizo volver frenéticamente a
los Evangelios fueron las reacciones en torno a esos hechos. Las reacciones
frente a la renuncia que más me llamaron la atención fueron las “ortodoxas”,
las de aquellos que defienden ciegamente el catolicismo. Las reacciones frente
a la muerte que más me llamaron la atención fueron las “progresistas”, las de
aquellos que han elevado a Chávez a los altares. Y mi conclusión fue que el mundo
me resulta cada vez más incomprensible.
Sin embargo, pude volver a los Evangelios. Y confirmé que Jesús no tiene
nada que ver con el poder. Nada que ver con un papado, nada que ver con una
entidad monárquica que se rige de manera absolutista, nada que ver con un
armatoste de corrupción que sólo busca sostenerse a sí mismo. Tampoco tiene
nada que ver con el afán enfermizo de poder que lleva a alguien a postularse a
un mandato que no podrá terminar, nada que ver con un discurso de izquierda que
acrecienta cuentas millonarias en Estados Unidos, nada que ver con la coerción
y el espionaje al que piensa distinto. En definitiva, volver a los Evangelios
me confirmó en una posición que, hoy por hoy, es difícil sostener: la crítica a
todos los poderes (el de derecha y el de izquierda, el ortodoxo y el
heterodoxo, el capitalista y el socialista).
Jesús fue enemigo acérrimo del poder. Y lo crucificaron. Y lo mataron los
poderosos. Y murió sin poder, semi-desnudo, colgando, en soledad. Murió con una
de las muertes más agresivas: expuesto para que se desangre frente al público. Una
frase de Jesús me ha quedado en este camino de cuaresma: “Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan
a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su
autoridad. Entre ustedes no debe suceder así” (Mc 10, 42-43a). Los
gobernantes y los poderosos hicieron sentir su peso sobre Él. Varios
cristianos, tristemente, veo cómo apoyan a los gobernantes y a los poderosos,
de una forma fanática, idolátrica, anti-evangélica. Apoyan al papado sin
criticarlo. Apoyan a figuras presidenciales como lo fue la de Chavez sin el
menor esbozo de crítica.
Y Jesús nos sigue repitiendo que no seamos como los poderosos de este
mundo, que no les hagamos el juego, que no se la dejemos tan fácil. A Él lo
crucificaron esos representantes del poder, y sin embargo les damos nuestro
apoyo incondicional. Sigo confundido respecto al mundo, pero contento de que
esta cuaresma me haya devuelto una certeza: ningún poder (religioso, político,
social, económico) le llega a los talones al Reino de Dios por el que vivió,
murió y resucitó Jesús.
Buenos días, Leonardo.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo: poder/poderosos nada tienen que ver con la Buena Noticia, con Jesús de Nazareth, con su modo de vivir y amar, con esa asombrosa y santa ilógica del servicio y la fraternidad.
Pero no puedo dejar, tampoco, de señalar las lágrimas de los pobres frente a la muerte de Chávez en la mayoría de los medios -cualquiera fuere su signo y origen- así como he visto a mis hermanos aquí en las villas de Bs As, en mansa alegría por la elección de Francisco/Bergoglio. Ahí hay certezas aunque aún no haya acontecido la Pascua de una corazones capaces de discriminar lo que es bueno de lo que no lo es. Este argumento probablemente sea limitadísimo y bastante pueril, pero te confieso que no puedo dejar de escuchar a los hermanos del Maestro en todas las Galileas que proliferan con dolorosa frecuencia por todas partes.
Pero Jesús está vivo, y todo es posible, y tal vez nos ande faltando el coraje de sostener que el no se puede ya no corre más.
Un abrazo grande en el Resucitado, y una muy buena Pascua para vos y los tuyos también.
Paz y Bien
Saludos, Ricardo. Un gusto que te tomes el tiempo para comentar y leer este blog. Yo creo que el problema, justamente, como bien lo dices, es el extremo de no distinguir lo bueno de lo malo que lleva a una idolatría. Católicos ultra-ortodoxos que defienden el papado haga el Papa lo que haga, y los llamados "progresistas" que hacen de Chavez un héroe bíblico cuando se llenó de dinero, y llenó de dinero a sus familiares, cosa que es muy distinta al Evangelio.
ResponderEliminarHay vientos de esperanza, eso es innegable, y a eso deberíamos aferrarnos. Quizás me he puesto muy pesimista. Un abrazo grande para ti.