(Mt 4, 23) Jesús recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. [Lc 4, 43]
La proclamación de la Buena Noticia del Reino es bastante abierta. Como
veremos en esta sección, Mateo utiliza dos frases muy similares separadas por
cinco capítulos para narrar la expansión de la predicación de Jesús. Es una
predicación mezclada con enseñanza y con alivio del sufrimiento de la gente. Este
dato es importante, sobre todo en Mateo. La Buena Noticia es indisoluble del
alivio del sufrimiento. Gran parte del eje de la praxis del Reino está puesto
en la carga que representan las enfermedades, las dolencias y las opresiones:
Jesús es el Siervo Sufriente que pone sobre sus hombros esa carga del pueblo
(cf. Mt 8, 17; Mt 11, 29-30). Y el Reino, a la postre, es una invitación a cargar
el sufrimiento del otro para aliviarlo.
El primer sufrimiento con el que tiene contacto crudo Jesús es el de los
galileos, los de su tierra. La provincia de los pobres, de los trabajos
forzados, de la supervivencia en el día a día. Allí trabaja y se desempeña
Jesús, y allí toma contacto con las dolencias y opresiones de sus compatriotas.
Las cargas de esta gente no son sólo físicas, sino también sociales. El
israelita de Galilea es el de segunda mano, el inferior al israelita de Judea. Y
como toda tierra campesina, sobran los terratenientes dueños que explotan al autóctono.
La carga religiosa también es evidente para Galilea, pues se encuentra lejos
del epicentro que es Jerusalén, y por su condición geográfica, está en
constante contacto con paganos. Mateo escribe en la década del ´80,
aproximadamente, cuando Galilea ya no era el distrito pequeño de la época de
Jesús, sino la Gran Galilea, abarcando también otros territorios al norte de la
Galilea original, territorios paganos.
Mateo conoce esta situación de gentilidad mezclada con el judaísmo, y con
razón ha citado, versículos antes (cf. Mt 4, 15-16), un fragmento de Is 8, 23 –
9, 1: “En un primer tiempo, el Señor
humilló al país de Zabulón y al país de Neftalí, pero en el futuro llenará de
gloria la ruta del mar, el otro lado del Jordán, el distrito de los paganos. El
pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que
habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz”. La cita no está
copiada íntegramente por el autor, sino que ha añadido algunas modificaciones,
pero la descripción del paganismo que se entremezcla con el judaísmo está clara.
Existía en el Oriente una ruta llamada camino
del mar que atravesaba Galilea, y por ser ruta de mercaderes, era lugar de
tráfico y de intercambio cultural muy elocuente. El apodo Galilea de los gentiles
responde a un desprecio que los habitantes de Judea otorgaban a los
provincianos que se habían entremezclado con los paganos, conviviendo con ellos
y, por lo tanto, volviéndose impuros para la ley religiosa.
La evangelización comienza en la Galilea, junto a los sufrientes. ¿Dónde
comenzar la evangelización ahora, entonces? ¿En las casas de gobierno, con
reuniones suntuosas y protocolares entre pastores y políticos? ¿O en los
barrios marginales, en las villas, entre los enfermos y pobres? Es una cuestión
que no puede dejar de plantearse, mucho menos en sociedades politizadas y en
terrenos donde se lucha por el poder. ¿Es el mismo mensaje de Jesús el que se
manifiesta en un acto donde alguien es invitado a bendecir, por ejemplo, una
instalación militar? ¿Es la misma metodología del Maestro la que se utiliza en
escenarios montados en plena calle céntrica con despliegue de luminarias e
inversiones millonarias? El sentido universalista, desde la óptica de Mateo, se
manifiesta en el inicio con los olvidados. Para alcanzar a todos se debe
empezar desde los últimos, y no desde los primeros. La evangelización que
comienza desde arriba fracasa para el Reino, porque termina siendo una
imposición religiosa o una ideología más o menos dirigida. El sentido abarcador
del Reino es claro cuando, desde los olvidados, recuerda a todos. Hay que
buscar nuestras Galileas, porque si no sabemos desde dónde comenzar, tampoco
sabremos a dónde ir.
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