(Mt 13, 52) Entonces Jesús agregó: “Todo escriba convertido en discípulo del Reino de los Cielos se parece a un dueño de casa que saca de sus reservas lo nuevo y lo viejo”.
Los escribas, de primera mano, en una lectura rápida de Mateo, quedarían
fuera del Reino. Están apegados a la ley más que a Dios mismo, cargan a los
demás con pesos insostenibles que ni ellos cumplen, explican la Ley según su
conveniencia, se hacen a sí mismos los únicos intérpretes de la Palabra,
ahogando las demás manifestaciones de la misma. No son para nada el modelo del
discípulo que pretende Jesús. Pero sorprendentemente, en este final del
capítulo 13 del Evangelio, son nombrados bajo la posibilidad de que estén en el
Reino de los Cielos. Condición ineludible para ello es que sean escribas
discipulados para el Reino.