Un libro con historia
A lo largo de los siglos, desde que el Cantar de los Cantares fue escrito,
las interpretaciones sobre su significado se fueron sucediendo una tras otra.
De acuerdo a la época y a los menores o mayores tabúes sobre el tema sexual, se
lo vio como una mera alegoría de otra cosa o, finalmente, como lo que parece
ser: un canto al amor humano, y dentro del amor humano, a la faceta sexual del
amor. Quizás no parezca escandaloso decirlo así, libremente, en esta época,
pero significó un problema y, luego, un avance, llegar a reconocer que la
Biblia tiene un libro que habla eróticamente. En 1577, Fray Luis de León
tradujo al castellano el libro desde el latín y fue encarcelado por hacerlo. A
ese punto llegó el problema de su interpretación.
Obviamente, los primeros que hicieron historia al intentar descifrarlo
fueron los mismos judíos. Calculemos que el libro fue escrito alrededor del año
400 a .C.
Los exegetas del judaísmo, en general, optaron por la alegoría: el libro
describe la relación mística de amor entre Yahvé y el pueblo de Israel.
Siguiendo esa línea, el cristianismo primigenio pensó lo mismo, sólo que cambió
los protagonistas por Cristo y por la Iglesia, para adaptar el mensaje. San
Bernardo, por mencionar uno de los notables, interpretó que se trataba del Espíritu
Santo y la Virgen María. Fue Teodoro de Mopsuestia (350-428 d.C.) el que se
animó a postular algo distinto: el Cantar sería la evocación de un matrimonio
entre el rey Salomón y una princesa egipcia. En su momento, lo de Teodoro fue
descalificado, pero recuperó vigencia desde el Siglo XVI, mezclándose con otras
variantes que no prosperaron. En 1898, un cónsul alemán en Damasco notó cómo se
celebraban las bodas en el cercano y medio Oriente, y dijo, basado en sus
observaciones, que el Cantar de los Cantares podía ser, sencillamente, una
colección de cantos de amor destinados a festejar las bodas.
En el Magisterio católico, la última referencia que tenemos es la que hizo
Joseph Ratzinger como Papa Benedicto XVI en la encíclica Deus caritas est, número 6: “¿Cómo
se debe vivir el amor para que se realice plenamente su promesa humana y
divina? Una primera indicación importante podemos encontrarla en uno de los
libros del Antiguo Testamento bien conocido por los místicos, el Cantar de los
Cantares. Según la interpretación hoy predominante, las poesías contenidas en
este libro son originariamente cantos de amor, escritos quizás para una fiesta
nupcial israelita, en la que se debía exaltar el amor conyugal”.
La historia del libro
Más allá de la historia tras la interpretación de lo que quiso decir el
libro, es importante saber cuándo, cómo y por qué es escrita esta colección de
poemas. Tradicionalmente fue atribuido al rey Salomón, o sea, alrededor del año
1000 a .C.,
pero lo mismo sucede con libros como Proverbios o Eclesiastés, y por argumentos
internos del texto sabemos que no es así. El Cantar de los Cantares tiene
muchas palabras, en su versión original, que pertenecen a la manera de hablar
del judaísmo tardío, con arameísmos y expresiones que provienen de los persas.
El dominio persa sobre Palestina se extendió desde el 539-538 a .C. al 334-331 a .C., por lo que los
estudiosos suponen que este libro se escribió alrededor del año 400 a .C.
Desde el 538 a .C.,
más de cien años antes, los judíos han estado regresando de su destierro en
Babilonia, y se han encontrado con una tierra devastada, distinta, cambiada.
Apenas llegan se abocan a las tareas de reconstrucción, sobre todo del Templo y
de las murallas de Jerusalén. Pero los trabajos se retrasan y, por más que pase
el tiempo y se revivan las promesas divinas de que la Tierra Prometida será un
paraíso, nada parece cumplirse. Esa situación de incumplimiento y demora genera
desinterés entre los repatriados del exilio: desinterés por Yahvé, por la
religión, por las reglas de pureza/impureza, por el culto. Es así que resurgen,
entre otras cosas, los matrimonios polígamos y mixtos (mixto se refiere a un matrimonio entre un varón judío y una mujer
no judía).
El profeta Malaquías, y los libros de Esdras y Nehemías, son contrarios y
denuncian principalmente el matrimonio mixto, pero lo abordan desde una
perspectiva legalista, como afrenta religiosa. El Cantar de los Cantares se
focalizará en el sentido humano del matrimonio, más que en la legalidad. El
Cantar describe el amor de dos jóvenes humildes que se aman el uno al otro en
exclusividad. Ese amor es opuesto al amor practicado, principalmente, por las
clases dirigentes judías del período persa, que practican una poligamia basada en
intereses políticos y en acuerdos comerciales. La mujer es, así, una mercancía
más, un objeto de posesión del varón que muestra su jerarquía mostrando sus
esposas, como sucedía con el rey Salomón. Por eso aparecen menciones a Salomón
en el libro, utilizándolo como antítesis de los amados que cantan los poemas.
Algunos textos
La poesía del Cantar de los Cantares es exquisita. Podemos leer en la
descripción que se hace de la mujer/novia/esposa: “¡Qué bellos son tus pies en las sandalias, hija de príncipe! Las
curvas de tus caderas son como collares, obra de las manos de un orfebre. Tu
ombligo es un cántaro, donde no falta el vino aromático. Tu vientre, un haz de
trigo, bordeado de lirios. Tus pechos son como dos ciervos jóvenes, mellizos de
una gacela” (Ct 7, 2-4). Para describir un beso dice: “Te daría de beber, vino aromatizado y el jugo de mis granadas” (Ct
8, 2b); y para un abrazo: “Su izquierda
sostiene mi cabeza y con su derecha me abraza” (Ct 8, 3).
La mujer/novia/esposa es una trabajadora de tez oscura: “Soy morena, pero hermosa. ¡No se fijen en
mi tez morena: he sido tostada por el sol. Los hijos de mi madre se irritaron
contra mí, me pusieron a cuidar las viñas, ¡y a mi propia viña no la pude
cuidar!” (Ct 1, 5a.6). Pero más allá de la descripción está la denuncia
social por el trabajo femenino de las campesinas que lo hacen obligadas por los
varones.
La mujer/novia/esposa declara: “Yo
soy para mi amado, y él se siente atraído hacia mí” (Ct 7, 11). Son el uno
para el otro, en exclusividad, en fidelidad. Este es el contraste con la
práctica del matrimonio salomónico de su tiempo. Por eso se habla en el libro
de la cama de Salomón (cf. Ct 3, 6-11), que está custodiada por soldados (no es
una cama íntima, compartida sólo entre los amados), que viene por el desierto
(signo de infertilidad), que tiene muchísimo lujo (como las pertenencias de la
clase alta de Jerusalén en tiempos persas) y que está tapizada por las hijas de
Jerusalén (o sea que esa cama de Salomón es compartida por muchas mujeres). El
último versículo de la referencia menciona que el rey Salomón trae la corona
que le colocó su madre; su madre es Betsabé, la que engañó a su esposo Urías
con el rey David (cf. 1Sam 12, 24), y su corona es, evidentemente, el engaño
matrimonial.
Poner el libro en nuestra
historia
Merece la pena leer el Cantar de los Cantares y no pasarlo por alto. En
catequesis puede que nos encontremos ante algún planteo de no saber cómo dar a
conocer la visión positiva que la Biblia tiene sobre la sexualidad humana y el
amor entre dos personas. Pues bien, este libro tiene la respuesta: bien
explicado, presentado en su contexto, es revelador.
El Cantar de los Cantares canta un tipo de manifestación amorosa de
características particulares: dos jóvenes que se aman exclusivamente, que no
comparten el modelo salomónico de poligamia y matrimonios por conveniencia, que
se desean desde una visión de fidelidad, de ser el uno para el otro, de
sentirse atraídos sólo entre ellos, que son capaces de decirse cosas bellísimas
y de extrañarse con locura cuando no están juntos.
Es un canto con muchas referencias sexuales, es cierto, pero eso no debería
escandalizarnos. La Iglesia entendió que estos poemas son Palabra de Dios
inspirada, son canónicos; y eso significa que la sexualidad es canónica, que no
es mala en sí misma, y que es parte de la vida cotidiana de los seres humanos.
El Cantar de los Cantares propone una forma de vivir esa sexualidad, y lo hace
desde la poesía y la historia de dos personas que desean amarse en fidelidad,
en igualdad, en medio de una sociedad que predica lo contrario: arreglar los
matrimonios y entender como más poderoso al varón que más mujeres tiene.
Buenas tardes, he visto varios comentarios a los evangelios y me llama la atención no encontrar (de repente no he buscado bien, si es el caso poner el enlace correspondiente) un comentario para el Evangelio del III Domingo de Cuaresma
ResponderEliminarSan Lucas 13, 1-9 Domingo 28 de Febrero 2016.
Es un evangelio que merece ser comentado por su claro e informado teclado (iba a poner pluma, pero me di cuenta del medio donde nos desenvolvemos en esta ocasión)
Querida Carmen, aquí te dejo el link del comentario que tengo publicado sobre el 3er Domingo de Cuaresma Ciclo C: http://palabrademision.blogspot.com.ar/2013/02/la-gracia-de-la-conversion-discipulos.html
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