Un sábado, Jesús entró a comer en casa de uno de los principales fariseos. Ellos lo observaban atentamente.Y al notar cómo los invitados buscaban los primeros puestos, les dijo esta parábola: “Si te invitan a un banquete de bodas, no te coloques en el primer lugar, porque puede suceder que haya sido invitada otra persona más importante que tú, y cuando llegue el que los invitó a los dos, tenga que decirte: Déjale el sitio, y así, lleno de vergüenza, tengas que ponerte en el último lugar. Al contrario, cuando te inviten, ve a colocarte en el último sitio, de manera que cuando llegue el que te invitó, te diga: Amigo, acércate más, y así quedarás bien delante de todos los invitados. Porque todo el que ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado”.Después dijo al que lo había invitado: “Cuando des un almuerzo o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos, no sea que ellos te inviten a su vez, y así tengas tu recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!”
Pistas de exégesis (qué dice
el texto)
Esta comida en casa de uno de los principales fariseos tiene cuatro partes
que acentúan cuatro aspectos del Reino. En la liturgia de hoy leemos dos de
ellos, mientras que el primero es cortado y el último se sale fuera de la
selección. Toda la gran escena abarca desde Lc 14, 1, cuando se presenta el
contexto situacional, y culmina en Lc 14, 24. El dato de que todo sucede en
medio de una comida no es menor. El banquete es una de las imágenes más
queridas por la Biblia
para representar el final de los tiempos. En una comida final, los seres
humanos tendrán la oportunidad de sentarse a la par de Dios para degustar una
comilona excepcional en la que abundarán y sobrarán manjares: “El Señor de los ejércitos ofrecerá a todos
los pueblos sobre esta montaña un banquete de manjares suculentos, un banquete
de vinos añejados, de manjares suculentos, medulosos, de vinos añejados,
decantados” (Is 25, 6). Así como los reyes ofrecían banquetes para agasajar
invitados o para celebrar una victoria de guerra, de la misma manera Yahvé
sentará a sus amigos en la mesa del Reino.