Pero la gente lo supo y le siguieron. Él los acogía, les hablaba del Reino de Dios y curaba a los que tenían necesidad de ser curados.Pero el día había comenzado a declinar y, acercándose los Doce, le dijeron: “Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas del contorno y busquen alojamiento y comida, porque aquí estamos en un lugar deshabitado”. Él les dijo: “Denles ustedes de comer”. Pero ellos respondieron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta gente”. Pues había como cinco mil hombres. Él dijo a sus discípulos: “Hagan que se acomoden por grupos de unos cincuenta”. Lo hicieron así y acomodaron a todos.Tomó entonces los cinco panes y los dos peces y, levantando los ojos al cielo, pronunció sobre ellos la bendición, los partió y los iba dando a los discípulos para que los fueran sirviendo a la gente. Comieron todos hasta saciarse. Se recogieron los trozos que les habían sobrado: doce canastos.
Dos partes en este comentario. La primera es un
fragmento de un libro que pude terminar de escribir sobre el Reino de Dios hace
pocos meses; en este caso transcribo la parte dedicada a analizar el primer
versículo que se lee en esta liturgia de Corpus Christi. La segunda parte es
otro fragmento, en este caso de un artículo terminado hace mucho, sobre la
celebración eucarística y sus connotaciones.
Puede pensarse la primera parte en una línea más
exegética, buscando el sentido bíblico. La segunda es más pastoral, buscando la
forma de hacer nuestras celebraciones más y más parecidas a la práctica de
Jesús.
Sobre Lc 9, 11
Esta es la antesala a la multiplicación de los panes que narrará Lucas (cf.
Lc 9, 12-17). La multiplicación es un texto que, como pocos, se repite en los
cuatro Evangelios, y como pocos, cuenta en total con seis versiones (dos en
Marcos, dos en Mateo, una en Lucas y una en Juan). A primera cuenta, es un texto
importante, querido por las primeras comunidades, y si bien es una escena en la
que no se nombra explícitamente el Reino de Dios, es probable que estemos ante
uno de los mejores, sino el mejor resumen, de lo que el Reino es. En la comida
compartida al aire libre, con panes y peces que sobran comenzando desde una
cantidad ínfima, con las personas sentadas en grupos/comunidades, y los
discípulos repartiendo la comida, está la escena simbólica por excelencia de
los anhelos, realidad y praxis del Reino. En este sentido, mientras los otros
evangelistas dicen que Jesús le enseñaba a la multitud, sin aclarar el
contenido de la enseñanza, sólo Lucas dice que les hablaba específicamente del
Reino de Dios.