(Mc 10, 23-25) Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!” Los discípulos se sorprendieron por estas palabras, pero Jesús continuó diciendo: “Hijos míos, ¡qué difícil es entrar en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios”. [Mt 19, 23-24; Lc 18, 24-25]
Es difícil que un rico entre al Reino. Pero más que difícil parece
imposible, porque resulta más probable que un camello atraviese el ojo de una
aguja. Por lo tanto, la afirmación de fondo es que las riquezas impiden el
acceso al Reino. ¿Qué quiere decir esto? ¿Cuál es el sustento teológico de
Jesús para tan categórica afirmación? Se esperaría que, en un contexto
fuertemente religioso como lo era Israel, Jesús propusiera, como los demás
maestros de su época, parámetros morales de salvación/condenación. Podrían
entrar al Reino los probos, los puros en sus actos, los fieles a la Ley. Sin
embargo, Jesús expresa abiertamente que el rico queda fuera, y por deducción,
el pobre es heredero del Reino.